Sueños perturbadores Itachi y Bulma [Naruto y DBZ]+18 cap 7


Capítulo 7
¿A qué juegas?

  • - ¿Qué quieres que sea? - Sus ojos me atravesaban, viendo a través de mi mis dudas y mis inseguridades.
  • - Yo no... - ¿Qué le iba a decir? No lo sabía ni yo. Yo no sabía que quería, si me alegraba o no saber la verdad.
Nos quedamos en silencio, en un incómodo momento que se me hacía eterno y sintiendo en mi interior como algo revolotear en mi estómago. Mi pulso se aceleraba, por que el no haber palabra alguna y estar tan despierta para mi me hacía pensar que esto era real. Pero cómo decirle que una parte de mi le gustaba esto y quería que no se fuera...
Mi mente y mi corazón luchaban internamente entre la razón y las emociones, los sentimientos tan contradictorios que sentía. Yo amaba a Vegeta, eso era algo que lo tenía muy claro, aunque él conmigo fuese distinto, pero eso no cambiaba el hecho de lo que yo sentía por él.

Sin embargo, Itachi, me aportaba algo que por alguna extraña razón me atraía por de más. Su misterio, sus secretos que ahora me había revelado, no hacía mas que aumentar mi curiosidad y querer estar más con él. ¿Era deseo lo que sentía estando a solas a su lado? ¿Miedo o respeto?
Ahora que sabía la verdad quería ayudarle, sentía que le conocía un poco más y que había dejado de jugar conmigo para tomarme en serio. ¿Qué pensaría Vegeta si supiera todo esto? No le gustaría, eso seguro. Saber que iba a ayudar a alguien que no era él, y que mi tiempo sería dedicado a otro y no a sus cosas no iba a gustarle. Además, estaba el detalle de mis sueños eróticos con este hombre y que él conocía.
Lo llevaría en secreto, eso sería lo mejor.
  • - Bulma. - Itachi me sacó de mis pensamientos.
  • - Te ayudaré, pero no quiero que nadie se entere de esto.
  • - ¿Es por Vegeta, no?
  • - No importa la razón.
  • - ¿Tanto le temes?
  • - No le tengo miedo.
  • - Sólo mantenemos ciertos secretos por miedo a una reacción.
  • - Si quieres mi ayuda será con mis condiciones.
  • - Podría cambiarlas si así me apetece. - Y yo sabía que eso era verdad. - Aunque no lo haré.
  • - Tendré que examinarte... - Me puse roja, sintiendo mi pulso acelerarse más al notar cierto brillo en sus ojos y una sonrisa casi asomarse. - ... para intentar ver que tipo de enfermedad tienes.
  • - Cuanto antes, mejor. Me urge.
  • - Mañana por la mañana, a las 9. Planta baja, laboratorio número 7.
  • - Allí estaré. - Se acercó hasta mi cara, casi rozando su piel con la mia y pudiendo notar su aliento en mis labios, justo cuando pensé que me besaría desapareció entre cuervos dejándome a la espera de algo que no llegó.
Dormí unas horas, despertándome a ratos entre jadeos, siendo presa de pesadillas y acontecimientos vividos. Unos más traumaticos y otros... no tanto. Sonreí al recordar esa breve escena entrecortada en la que Itachi y Vegeta estaban conmigo, eso fue un sueño bendito.

Miré el reloj y eran las 8 aún, todavía faltaba una hora para que Itachi se reuniera conmigo abajo. ¿Habría sido verdad o me lo habría imaginado todo? No me dejó claro si estaba ahí realmente o era parte de mi mente, después de todo.
Me duché, me arreglé y bajé a la cocina a preparar el desayuno, cuando acabé dejé todo como siempre listo para cuando Vegeta entrara, y me llevé la taza de café conmigo a la planta baja, fui al laboratorio principal y me puse la bata.
Con la taza en la mano, y una carpeta llena de papeles, además de unos libros en la otra, fui al laboratorio donde quedé con Itachi, para esperar a que llegara y mientras tanto yo prepararía algunas cosas para su examen.
Cuando abrí la puerta una figura en frente de mi me sobresaltó, haciendo que tanto papeles como café salieran por los aires. Porvocando alguna que otra quemadura leve en mi cara, por lo caliente que aún estaba.
  • -¿Pero que demonios haces aquí? - Grité histérica cuando fui consciente del espectáculo tan bochornoso que había provocado. - Pensé que era a las 9 cuando te dije que vinieras.
  • - Son las 9:15 ...
  • - ¿Qué? - Miré el reloj de la pared y era verdad. Mierda, encima me había confundido también con la hora. - Que puntual.
  • - Al contrario que tu. - Sonrió cerrando los ojos. - ¿Te has dormido por algún sueño apetecible?
  • Mi cara, roja como el tomate, no podía ser mas clara.
  • - Ya veo.
  • - ¿Vamos a trabajar o a intentar de meterte en mi vida privada?
  • Hizo un gesto con la mano, dando una tregua de paz, así que se calló y no siguió intentando sacar el tema de mi tensión sexual con él. Pero al cabo de un rato, en el que yo iba de un lado a otro buscando posibles libros que me dieran algún dato sobre lo que me había contado acerca de sus síntomas, llegó la parte complicada.
  • - Tienes ... - Tragué saliva, intentando buscar la manera de sonar lo más natural posible, aunque no lo era. - que desnudarte.
Me miró, en silencio y cerró los ojos. Se incorporó de la camilla, donde había estado sentado esperando, y se abrió la capa, dejándo ver la ropa negra y pegada que llevaba debajo. Me obsevó, sin saber a que me refería con desnudarse, si era entero o parcíal, y muerta de verguenza por lo que mi mente manipulaba le pidió que sólo se quitara la camiseta.
Vi como se retiró con un movimiento muy discreto la camiseta, y creo que no era consciente él mismo de la sensualidad de aquel movimiento tan simple. Esa manera en la que intentaba pasar desapercibido tras tantas indirectas no hizo más que llamarme más aún la atención.
Cuando le vi, frente a mi, semidesnudo, tragué saliva e intentaba que no se me notara el nerviosismo. Parecía nueva, una adolescente que se quedaba a solas con un chico por primera vez. Me sentía una idiota.
Saqué el endoscopio me lo puse en los oídos, me acerqué a él y le pedí que respirara hondo una y otra vez mientras pasara eso por su pecho y espalda. Cuando coloqué mis manos sobre su piel podía sentir una descarga eléctrica que venía desde su cuerpo al mio. Un rayo veloz me atravesó la mano y me subía por el brazo hasta llegar a mi cuello, donde se me formó un nudo que no me dejaba tragar mi propia saliva.
Pasaba el fonendoscopio con una mano mientras con la otra, de forma disimulada rozaba su piel. Su pulso estaba acelerado, pero por la manera de sonar no parecía de nervios. No era un sonido normal, su latido estaba alterado por algo que no era yo, y eso era algo que me preocupaba de verdad. Y esta vez, no era mi ego el que me guíaba.
Cuando acabé le hice un electrocardiograma y vi que, efectivamente, su corazón no estaba bien. Le examiné, buscando alguna anomalia, pero no noté nada. Fuera lo que fuese lo que tenía, estaba en su corazón. Hice una pequeña biopsia, y examiné parte del tejido en cuestión y mientras esperaba los resultados vi como la cara de Itachi se tornaba cada vez más triste, con más oscuridad en su mirada... no era ese hombre que intentaba aparentar frialdad y temor días antes.
Todo esto me hizo pensar que lo de anoche si que fue real y que me había contando toda la verdad. Pobre chico... Vivir una vida así, y encima con una enfermedad, según él sin cura. Intentaría dar con una solución.
  • -Sólo quiero algo que me mantenga con vida un poco más. - Dijo como si me leyera la mente.
  • -Pero...
  • -Ya he sido muy claro, Bulma.
  • Se cogió el pecho, empezando a toser sin parar, casi parecía que se ahogaba, y por su boca no salía aire alguno, sólo sangre.
  • Corrí hacía él, intentando ayudarle, pero me apartó.
  • - Casi no me queda tiempo. Necesito esas pastillas que frene un poco esto.
  • - Pero antes debo saber que es lo que tienes, sino, como te podré dar un tratamiento.
  • - Pues date prisa, por favor.
  • - Espera... abre la boca.
  • Tomé muestras de la sangre que había expulsado por la boca y la examiné. Pasado un rato y una vez realizadas las pruebas, las analiticas, radiografias y varias cosas más, seguía sin tener claro que era lo que tenía.
  • - No logro dar con lo que te pasa, pero si está claro una cosa, y es que tu corazón por alguna razón que no consigo entender, tiene una anomalia en los latidos, y eso hace que la sangre se vuelva tan ligera que te vaya a los pulmones, de ahí que te entre esta tos y expulses la sangre. Puedo darte algo que te mantenga la sangre controlada, y los latidos mas controlados, pero no puedo darte una cura... - Agaché la mirada triste, enfurecida conmigo misma y decepcionada por que Bulma Briefs, la gran Genio, no daba con una cura ni con el problema. No era médico, pero era cientifica y ya en alguna ocasión había dado con otros problemas de salud. - Esto era lo que tu querías, ¿no?
  • - ¿Cuánto tiempo me dará esto?
  • - No lo sé. Tu corazón está muy dañado, está muy estropeado para ser más directa. Es como si una tela se hubiera estirado demasiado y se hubiera deshilachado por varias partes. No sé por qué es así, quizás deberías ir a un cardiólogo.
  • - No. Está bien. Sólo necesito un poco más de tiempo, ya casi está...- Se puso de pie y me dio la espalda, otra vez. - casi puedo ver la batalla con mi hermano menor.
  • - Itachi... - Por instinto llevé mi mano a su hombro. - No debes...
  • - ¿No debo qué? ¿No merezco esto por mis actos? No quiero vivir, necesito morir, ansio el descanso.
Se dio la vuelta y sujeto mis muñecas a la altura de mi cuello. Mirándome con los ojos rojos me dejó estática.
  • .¿Crees que soy buena persona ahora mismo? ¿Y si te hiciera daño? ¿Y si te obligara a hacer algo que tu no quieres o no debes? ¿Seguirías sintiéndo pena de mi? Quizás deba mostrarte por que la debilidad no es una opción en la vida.
Y sentí como la pared tocaba mi espalda al ser estampada en ella de manera poco cuidadosa.

Comentarios