Capitulo 4
Las dudas
de un príncipe
Salí
en dirección a las montañas a entrenar y desatar toda la furia que
me invadía, sin embargo no podía dejar de pensar en esa maldita
mujer y en la amiga que la acompañaba a todos lados. Haciendo
memoria recordé que en más de una ocasión se había quedado en
casa de esta durante algunas noches y había hasta salido con ella en
horas de trabajo. ¡Será posible!
Otra
duda me asaltaba, y era la de ese insecto que le decía cosas a Bulma
y ésta veía interesantes. No entendía el alboroto por esta mujer y
por qué tanta gente caía rendido a sus encantos. Era una vulgar y
descarada mujer y muy insoportable. Y valiente, y con carácter,
energía, firme, un genio fuerte.... y es por eso que me traía loco
y llamaba mi atención. Porque era la clase de mujer que un saiyan
querría para si. Pero esto último lo vamos a olvidar... jamás
reconoceré que esta mujer despertaba tantos sentimientos
contradictorios en mi.
Además
se había atrevido a amenazarme con que me iba a echar de casa ¡no
será capaz!, sin mi cuando lleguen los androides estarán perdidos.
Y dudo mucho que esta humana quiera perder a alguien como yo. ¿Y qué
hay del crío? No puedo perder de vista su avance de guerrero, no
quiero que se convierta en un débil humano que desaproveche la
sangre que corre por sus venas.
Me
estaban replanteando muchas cosas y reflexionando de todo esto cuando
decidí que volvería a casa, entrenaría en la cámara de gravedad y
le plantaría cara diciendo que no me iría ningún lado.
Durante
unas horas estuve machacándome con mis entrenamientos, pero cuando
mi estómago empezó a gruñir necesitaba alimentarme o no podría
centrarme en la lucha. Fui a la cocina dispuesto a pedir mi comida
cuando me di de cruces con una imagen que me dejó perplejo. La mujer
me miró y aparté la mirada lo más rápido que pude para que no se
le subieran los humos, pero creo que se dio cuenta porque pude
percibir una media sonrisa malévola en su cara.
Me
senté en la mesa ya preparada y me puse a comer como si no hubiera
un mañana.
- - Tenemos que hablar, Vegeta, y arreglar cuando te vas.
- - Mujer...¿Ni comer me vas a dejar? - Devoré un plato de arroz casi en segundos y cogí otro más. - ¿Aún sigues con eso?
- - Lo de hoy no se va a volver a repetir. - la seguí con la vista mientras se agachaba a recoger algo que se había caído al suelo.
- Hmmmmmfmfmfmf – Farfullé.
- Traga. Que no se te entiende. - respondio con su mal humor habitual.
Casi me atraganto con la
comida cuando vi casi todo su pecho al descubierto y seguía como si
nada... ¿llevaría algo debajo?. Cerré los ojos y negué
mentalmente con la cabeza para quitar esos pensamientos de mi cabeza,
pues no me llevarían a ningún lado.
Se levantó de la mesa
sin mediar palabra y estuvo estirándose, haciendo malabares, para
coger algo de un mueble. A cuanto más se estiraba, más se le veía
la parte baja de las nalgas y más se subía su vestido. ¡maldita
sea!.
Algo en lo más profundo
de mi deseaba levantarse, pegarse a ella, subirle el vestido y
estamparla contra el fregadero para poseerla salvajemente como se
merece. Pero me contuve.
- - ¡Mujer! - Grité. - ¿qué es lo que llevas puesto que se te ve todo?
- - Nada. - Abrio un poco las piernas y el vestido se subió un poco más. - Por eso se me ve. Lo que no sé es que haces mirando tu.
- - ¿Yo? Si eres tu que va medio desnuda por la casa.- Era irritable esta mujer.
- - Cuando te vayas de aquí no tendrás que aguantar verme y yo podré ir totalmente desnuda si me apetece, porque por si se te ha olvidado, esta es MI casa.
- - Tengo que entrenar mucho más aún, no me puedo ir.
- - ¿Otra vez con el tema de las amenazas de no se qué villanos?
- - ¿Acaso quieres morir?
- - Tenemos a Goku.
Y esto último me explotó
en la cara como un ataque de energía directo a mis ojos. Quise
matarla allí mismo, pero ejerciendo mi autocontrol, a veces
inexistente, intenté ser razonable. Cosa que ella no me dejó.
- - Verás Vegeta – Juraría que estaba intentando provocarme, porque me puso los pechos en la cara de forma descarada. - Puedes entrenar todo lo que quieras que jamás, óyeme bien, jamás, superarás a Goku.
- - ¿Pero como te atreves, descarada? - Estaba rojo de ira, y me puse en pie para gritarle más aun.
- - Así que no me vengas con entrenamientos que te estás pegando la vida padre aquí y no paro de suministrarte cosas y herramientas que me dedico a hacer con mucho esfuerzo, perfección y rapidez para que tu, Vegeta, señor príncipe de un planeta extinto, pase de su hijo y de mi y encima me monte escenas humillantes.
Maldije para mis adentros
con ganas de volar la casa por los aires. Tenía que ser inteligente.
Si la mataba me quedaría sin comer y sin otros "beneficios".
Salí de mis pensamientos cuando Bulma se dio la vuelta y me pegó el
culo en una parte de mi que se empezaba a despertar pese a mis
intentos de no hacerlo. No podía soportarlo más, si seguía así
iba a poseerla de cualquier manera.
Se movía, agitaba el
culo por la cocina y parecía hacer caso omiso de mi presencia, ¡me
estaba ignorando! Así que me acerqué a ella por detrás, y en mi
cabeza pasaban todas las imagenes posible sobre ambos juntos, con su
vestido por la cintura y yo entrando y saliendo de ella mientras la
agarraba del pelo y le mordía el cuello y ella me suplicaba más.
Pero nada de eso pasó, simplemente agarré su cintura y le susurré:
- - Nunca vuelvas a repetirme que ese insecto de bajo nivel es superior a mi, tu aún no conoces mi capacidad ni mis límites.
Si los conociera hubiera
visto de lo que soy capaz y estaría con su cara pegada en cualquier
parte mientras mi embestidas la levantaba del sitio y la castigaba
por su arrogancia e impertinencia.
Aguitó su trasero contra
mi entrepierna, restregándose de manera descarada contra mi para
provocarme y un quejido se escapó de mi boca sin poderlo controlar.
Estaba vengándose por lo que había ocurrido en su trabajo y yo como
un imbécil estaba cayendo de lleno en su trampa.
Pensé en la posibilidad
de que esta noche cuando estuvieramos en la cama pudiera convencerla
para disfrutar de una noche de placer que quitara hierro al asunto, y
olvidar así esa idea absurda que tiene en la cabeza de que me vaya.
Pero no fue así. Como si me hubiera leído la mente me informó de
que esta noche iría a mi antigua habitación donde un muro nos
separaría. ¡Maldita sea mi suerte!. No demostraría debilidad, ni
mucho menos, así que me aguanté mis palabras como tantas veces
había hecho en la vida y me fui de la cocina hacía mi habitación
donde me eché una siesta.
Cuando me desperté bajé
abajo y la escuché hablar por teléfono. En tono cariñoso hablaba
con alguien y supe que era Marian, me quedé a escuchar.
- - Claro que sí, cariño. - risas. - esta noche cuando esté en la cama te aviso y lo hacemos.... claro... sí. Si si. Venga, hasta luego, un beso.
Y colgó. Yo fui hasta la
cocina a comer algo y ella se fue, ignorando mi presencia. Se había
cambiado de ropa y llevaba una camiseta de tirantes que marcaba sus
pezones y un pantalón corto que era semi transparente. No llevaba
nada debajo.
Tragué saliva y haciendo
uso de mi autocontrol, otra vez, la ignoré.
Cuando salí al salón
ella ya no estaba, se había ido a su habitación. Estuve entrenando
un buen rato hasta tarde, salí de la cámara de gravedad, me fui a
la ducha y cuando acabé me tumbé en la cama boca arriba y afiné el
oído. Me pareció escucharla.
- - Sí.... - Sonaba melosa. Esa voz que pone cuando estamos juntos de forma íntima. - me estoy tocando para ti.
¡¡¡¿Qué?!!! ¿Qué
estaba haciendo qué? ¿Estaba hablando con alguien? ¿Había alguien
más y no lo detectaba yo? Tenía que ser un humano, claro, por eso
no sentía su energía.
Pegué el oído más aún
a la pared para intentar oírla mejor.
- - Siento tus manos tocándome... - ¿Por qué hablaba así? - y me estoy acariciando como si lo hicieras tu. Oh si...me gustaría que estuvieras entre mis piernas... Marian...
¿Marian? ¿Su
secretaria? ¿Su amiga? ¿Otra vez ella?
No podía soportarlo más.
Me levanté de la cama, salí de la habitación y abrí la puerta de
su cuarto sin llamar. La pillé bajo las sabanas con las piernas
abiertas y la mano entre sus piernas. Pero estaba sola y hablando por
teléfono. ¿Pero esto.. qué es?
- - ¡Mujer! - Grité al borde del ataque de nervios. - ¿Qué demonios estás haciendo que no se puede dormir en esta casa.
- - Estoy hablando por teléfono, deja de poner la oreja, Vegeta. - Salió de la cama sin ropa interior. Sin nada debajo.
- -Pero... estás... desnuda, mujer.
- - ¿Sabes Vegeta?, he pensado en probar cosas nuevas. - Tiró el teléfono en la cama.
- - ¿Cómo qué?
- - No te debo explicaciones así que por favor vete de mi habitación.
- - Mujer, estás acabando con mi paciencia.
Me empujó y me echó de
su habitación como si fuese un mísero humano débil y me cerró la
puerta en la cara. Cuando volví a mi habitación la volví a oír.
- - Sí, ahora estamos solas. Ya se ha ido, mi amor, ¿por donde íbamos?... ah si, me encanta tener sexo teléfonico contigo, Marían.
¿Sexo teléfonico? Ahora
mismo era un príncipe con muchas dudas.
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