La
niña de tus ojos
Los
heroes se escriben con leyendas, con historias, con el boca boca, sin
embargo yo tenía un heroe que no pasaría a la historia como muchos
otros. Un heroe que sólo yo veía y que la humanidad no sabía ni
que existía. Un heroe capas de cargar a sus espaldas con sus
sentimientos, sus dudas, sus preguntas. Un hombre al que hay que
llegar mediante muuuucha paciencia. Que no demuestra sus sentimientos
con nadie. Que no muestra sus debilidades. Que es callado y
minucioso. Que trabaja duro para conseguir sus propositos. Ese heroe
es mi padre.
Me
asaltan muchas dudas acerca de mis raíces. ¿Quién soy? ¿De donde
vienen mi sangre? ¿Por qué papá es el eterno rival de Goku si
parecen ser hermanos que disfrutan peleando...?. Durante mi infancia
crecí viendo como papá y él luchaban. Como discutían. Como se
enfrentaban...
También
crecí viendo a mi madre siempre sola en fiestas, eventos, o
reuniones. Como cuando iba a algún sitio donde había gente con sus
parejas, familiares y amigos, mi padre nunca iba.
Puedo
dar fe del trato de mi padre hacía Trunks. Lo entrenaba duramente
bajo supervisión estricta. Le regañaba, le exigía, le ordenaba
como o cuanto debía de hacer para hacerse un guerrero mejor.
Pero
conmigo era diferente.
Mi padre
siempre ha tenido cierta debilidad por mi, y yo por él. Desde niña
he podido hacer con él lo que se me antojaba. Podría decirle cosas
que de no ser yo lo hubieran puesto atacado. Además, tenía muy en
cuenta mis opiniones y lo que pensase sobre él.
Recuerdo
cuando se dejó bigote.. dios, ¡estaba espantoso!. Se lo dije. Eso
repercutó en su cabeza durante todo el día y cuando volví por la
noche se lo habia quitado. Mamá estaba sorprendida, ni ella había
conseguido quitarle esa absurda idea de la cabeza de dejarse el
mostacho.
Recuerdo
las primeras veces. Como me enseñó a volar cuando yo quería
aprender y mamña no quería porque pensaba que me escaparía en
cuanto tuviera ocasión y mi padre insistió en que era una guerrera.
La
primera caída que me pegué desde la ventana y en la que, si hubiera
sido una terrícola normal, me hubiera roto el brazo. No lloré.
Tenía apenas 5 años y en lugar de llorar como mi madre esperaba me
levanté como si nada ante la orgullosa mirada de mi padre.
Mi madre
me restringe cosas en las que mi padre me deja facilmente caer.
O
aquella vez en la guardería cuando era una niña de tres años y un
niño quería pegarme... lo cogí de un brazo y lo tiré contra una
de las estanterías. El niño lloraba y la profesora me castigó sin
recreo y encima llamó a mi madre. En casa mi madre me echó un
rapapolvo de mucho cuidado y mi padre a su lado, de brazos cruzados,
sonreía orgulloso ante la furia desatada de mi madre.
- - No puede ir peleandose por ahí de esa manera. Se tiene que comportar.
- - Nuestra hija es una guerrera, mujer. - y por primera vez mi padre me tocó la cabeza. - Es parte de su instinto no dejarse pisar por ningún debilucho.
- - A estampado a un crio contra una estanteria con tres años, Vegeta.
- - Je... - El orgullo de mi padre iluminaba la habitación.
Siempre
a contado mi madre cuando ella dio a luz de mi y como mi padre
reaccionó al parto. No la dejaba sola en ningún momento. No quería
separarse de ella y tenía tremendo cuidado, en todos los aspectos,
con ella y con su barriga. Una vez me contó que no le permitía ni
coger peso, ni subirse a sitios altos.
También
me contó el día del parto. Estaba tan nervioso que no sabía donde
meterse. Le habían llamado para irse a entrenar con algunos
guerreros para un combate que se celebraría en un universo diferente
a este y no podía separarse de ella preocupado de que se pusiera de
parto, y cuando nací, le dio igual mi madre, directamente me buscó
a mi.
Siempre
que he tenido algún secreto que contar he recurrido a mi padre antes
que a mamá. Cuando mamá me castigaba, super papá recurría en mi
rescate. Siempre ha tenido cierta inclinación a mi antes que a
Trunks. De hecho mi hermano del futuro se quedó sorprendido cuando
vio el trato hacía mi.
Y jamás
olvidaré el día en que le dije a mi madre, y él escuchó, que
había varios chicos de clase que me miraban y que querían estar
conmigo. Al día siguiente mi padre fue a clase y me llevó ¡volando!
Y me hizo decirle quienes eran los susodichos. Después de hablar con
ellos se quedó observando el comportamiento de éstos desde un árbol
para comprobar que su charla, más bien amenazas, habían surtido
efecto.
Pero
sobretodo jamás olvidaré que en los momentos más difíciles de mi
vida, cuando no sabía como recurrir a nadie, no sabía que hacer, o
tenía miedo y la debilidad me asustaba, tenía allí a mi padre,
ayudándome, apoyándome, cuidándome, dejando atrás su orgullo
venía hasta a mi y me demostraba porque vale la pena luchar.
Soy la
niña de tus ojos, soy la sombra que te sigue, soy tus pasos, tu
admiradora, tu fiel seguidora... La que derrama lágrimas y tiene a
su padre para limpiárselas. La que se cae y su padre levanta. La que
discute y pelea con la sangre guerrera. La que rie ante las caras de
un príncipe orgulloso, prepotente, arrogante y serio.
Mi
padre, ese ser incapaz de decir te quiero y que cada noche aparece
por mi habitación cuando cree que estoy dormida y me da un beso en
la frente y me dice "te quiero, pequeña", ese hombre que
sé que puedo contar con él para cualquier cosa y que siempre me
protegerá, ese hombre fuerte, valiente, luchador que no se rinde
jamás, ese hombre, el hombre de mi vida, mi único y verdadero amor,
ese hombre que es mi heroe y al que llamo papá.
FIN.
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