Dragon Ball Z
Ingrediente especial:
Venganza
Abro los ojos cuando los primeros rayos
de sol atraviesan mi ventana y me despiertan de manera brusca. Puedo
escuchar de fondo los gritos de Vegeta pidiéndome el desayuno. Por
dios, son las 7 de la mañana y es el único día que tengo libre y
no tengo que trabajar.
Estoy cansada de tener que aguantar
cada día a ese mono que habita mi casa. En que mala hora le pedí
que viniera aquí...me tiene como si fuera su maldita sirvienta.
¿Qué hombre no sabe hacerse hoy día
un desayuno?, me pregunto incorporándome en la cama maldiciendo a
ese malhumorado Saiyan.
Ya le vale tratarme bien cuando esté
en la cocina, espero que al menos tenga la decencia de saludarme con
un buenos días después de despertarme así. Al sol le perdono pero
a él... me gustaría darle un sartenazo en la cara...seguramente su
cara soportaría el impacto mas la sartén no.
Otro día que pinta a peleas para
desayunar, comer y cenar.
Bajo la escaleras con cara de enfado y
cuando estoy entrando por la cocina lo encuentro de pie ahí,
mirándome con mala cara y los brazos cruzados. No, si encima el
enfadado es él...
-¿Qué? - Pregunté indignada. -
¿Encima te enfadas tu después de despertarme a esta hora?
-Cómo no estar enfadado. - Me apunta
con el dedo. - Llevo desde las cinco entrenando y necesito reponer
fuerzas.
Tuve que morderme la lengua por no
decirle de todo allí mismo.
-Vamos, que me despiertas, me exiges el
desayuno y encima tienes la cara dura de ponerme a mi de mala. - Le
miré con la cara roja de rabia. - ¿Por qué demonios no te haces tu
de comer? ¿Eres un inútil o que te pasa?
-A mi no me grites así eh, recuerda
con quien hablas. - Todo esto a gritos, genial, el día promete.
-Si, estoy hablando con un abusón que
no respeta nada.
-Que me hagas el desayuno ya mujer.
-Es la última vez que te lo hago, la
próxima vez te lo haces tu.
Me puse a hacerle el desayuno antes de
terminar a golpes con él y salir perdiendo yo. Aún así lo que dije
era cierto, a partir de ahora él se haría de comer, no le servía
un plato mas.
Era domingo así que las tiendas
estaban cerradas y no podía irme a desquitarme con las compras.
Maldito Vegeta, me había arruinado el día. Con las ganas que tenía
que llegara hoy para salir con ese chico que había conocido la
semana pasada.
Había quedado con él por la tarde
para ir a cenar al restaurante mas lujoso de la ciudad. Tenía
pensado levantarme tarde, ver la tele, arreglarme y tirarme horas y
horas eligiendo que ponerme frente al espejo. Pero por culpa de
Vegeta me he despertado temprano, con cara de mal humor y con unas
ojeras que no creo que me tape ni el maquillaje.
Sentí unas ganas de estrangularle que
casi deberían ser delito pensar así. Pero que se cree, si no hace
nada en todo el día, sólo entrenar y entrenar, ah bueno y comer,
que me está vaciando la nevera, la despensa y la cocina. Si no fuera
por que soy rica ya me había arruinado.
Estaba muy estresada y lo único que me
calma aparte de las compras es tomar el sol en el jardín. Pero a
esta hora aún el sol no era suficiente así que me metí en mi
laboratorio a mirar algunos papeles que debería entregar el Lunes.
La mañana transcurrió tranquila, yo
estuve en mi laboratorio e ignorando los gritos de Vegeta buscándome
por la casa. Por suerte se hacerme bien la sorda por que viviendo con
él es algo muy necesario. Y ponerme unos cascos con música a todo
volumen ayudaba mucho.
Miré el reloj y se me revolvió el
estómago al comprobar que se acercaba la hora del almuerzo. Me quité
la música para poder escuchar. En pocos minutos estaría dándome
órdenes para que le sirviera la maldita comida. ¿su estómago tenía
fondo o era ilimitado?
Presté atención a la puerta poniendo
todo de mi parte y oído con intención de escucharle. Me extrañó
no oírle en mas de 15 minutos. Salí de allí, notaba como un olor
raro, como a quemado. Pensé que mi padre estaría haciendo alguna de
las suyas, seguí mi camino y fui a la cocina. Cuando vi semejante
panorama se me cayó la boca al suelo. No se que sentía ahora mismo,
¿rabia? ¿ira profunda? ¿pena? ¿ganas de llorar? ¿ganas de
matarlo?
Eso no era mi cocina... yo creo que
entré en la guarida del mismísimo diablo por que estaba todo negro,
achicharrado. ¿Pero que había hecho este imbécil ahora? Me ha
destrozado la cocina.
De ese Saiyan no había ni rastro por
ahí.
-¡¡¡¡¡¡¡VEGETA!!!!!! - Le grité
con toda la rabia que sentía dentro. - ¿Dónde demonios estás?
Salí de la casa mientras le gritaba y
lo buscaba por todas partes.
Mi cocina, dios mio, me ha destrozado
mi cocina. Le mato, yo le mato. Si fuera posible contrataba un
sicario para acabar con él ahora mismo. Pero el sicario moriría en
el intento.
-¡Vegeta! - Entré en la cámara de
gravedad. - ¿Qué le has hecho a mi cocina?
Hablé suave, despacio e intentando
controlar mis ganas de ir a por él.
-Me dijiste que me hiciera de comer yo.
- Sonrió poniendo esa cara de asesino psicópata. - Y así lo hice.
-Te dije que cocinaras, no que me
dejaras la cocina como la cueva del mismísimo demonio.
-Ahora que has visto que no es cosa de
hombres. - Me miró. - Ve y me la haces tú.
Pero como puede tener tanta cara para
soltar eso ahora. Él me miraba, se reía y cerraba los ojos. Estaba
disfrutando con esto, eso seguro. Se dio la vuelta y se fue al panel
de la sala.
Será mejor que te vayas por que aquí
dentro no puedes estar cuando encienda este aparato.
Sin darse cuenta me dio una clave para
vengarme de él. Seguramente me iba arrepentir por que sería yo
quien debería arreglarlo después pero la satisfacción sería
compensatoria.
-Muy bien Vegeta, te haré algo de
comer. - Le miré con mas calma. - O lo intentaré con los restos de
cocina que has dejado.
-Haces bien mujer, ya era hora de que
aceptaras tus obligaciones conmigo.
Esto último me cayó como un rayo,
pero iba a vengarme y se lo haría pagar. ¿Obligaciones con él?
¿Perdón? Es él el que lleva viviendo en mi casa meses sin aportar
nada, salvo arrugas. Que de tanto estrés no voy a dar a basto para
cremas. Está estropeando mi preciosa piel.
No iba a molestarme mas hoy, no lo
conseguiría. Tenía que estar divina para Jake, mi cita de la
tarde/noche. Le haría de comer, me vengaría y después empezaría a
arreglarme.
Me fui a la cocina, y entre sollozos
limpiaba lo que antes había sido mi encimera y mis... dios mio, me
la ha destruido completamente.
Limpié lo que pude y saqué el robot
de cocina de la despensa. No podía cocinar de otra manera así que
tenía que hacerlo así.
Eché algunos ingredientes y en el
último momento una pregunta maliciosa se me pasó por la cabeza. ¿A
los Saiyans les afectaría los laxantes? No podía perderme esta
oportunidad. Tenía en el botiquín dos cajas de cuando mamá estuvo
con su estreñimiento y como siempre es tan exagerada compró mas de
una caja. Una estaba empezada.
Abrí la tapadera del robot de cocina y
eché la caja y media de laxante que tenía. "Espero que te
guste el ingrediente especial querido príncipe". Lo programé a
5 minutos y cuando por fin acabó preparé las fuentes y lo dejé
encima de la mesa.
Me fui en busca de mi destornillador y
salí al jardín a llamar a Vegeta.
-Ya está la comida lista, espero que
la disfrutes por que es la última que te haré.- Le dije sonriente.
-Te voy a enseñar a cocinar.
La cara de descomposición no tenía
precio.
-Se te va a enfriar. - Le dije metiendo
prisa.
Salió para la cocina y me quedé en el
jardín fingiendo que regaba las plantas. Cuando lo vi entrar dejé
lo que estaba haciendo y me metí en la cámara de gravedad.
Yo era muy inteligente y había
participado en su creación así que sabía perfectamente que tocar
para que ese trasto infernal fuera algo agradable para mi hoy.
Normalmente Vegeta siempre ponía una
combinación para poder mantener la gravedad y entrenarse. Esta
combinación podía modificarse y ajustarse al gusto de cada uno, así
que yo lo voy a poner al máximo y no dejaré que lo cambié.
Estaba muy concentrada, ponía y
quitaba tornillos y cables y ajustaba los números para que la
gravedad fuera excesiva para cuando Vegeta lo pusiera. Le puse en
modo automático para que se iniciara con mi cambio. Y de igual
manera no pudiera cambiarlo. También ajusté un pequeño regalo
extra. Con nada y menos de material creé una especie de calefactor
que estaba a unos grados por encima de lo que podía soportar él. Si
a eso le sumamos que el laxante podría hacerle efecto me daba por
satisfecha hoy.
Se lo dejé todo preparado y me fui.
Comí algo rápido y me metí en el
baño a relajarme entre sales y espuma. Me tumbé en la cama a ver un
poco la tele y me eché una pequeña siesta. Al rato me desperté y
comencé a arreglarme. Indecisa entre que modelo escoger al final me
decante por un vestido blanco palabra de honor.
Cuando miré el reloj ya casi era la
hora de que llegara Jake. Me fui al salón a esperar a que sonara el
timbre. No había rastro de Vegeta por ninguna parte y hacía horas
que había comido. Siempre se echaba una siesta después de comer y
entraba en la cámara de gravedad.
Sonó el timbre por fin y salí a
recibir a Jake. Estábamos a punto de irnos cuando una explosión nos
sobresaltó. Antes de que me diera tiempo a reaccionar tenía a
Vegeta a mi lado, trasformado en super saiyan, con el pelo rubio, con
cara de pocos amigos, y con el traje destrozado.
-¡Maldita humana! - Gritaba y la vena
de la frente se iba a salir, seguro que se salía de ahí. - ¿Qué
demonios has hecho?
-Vegeta, no se de que hablas. - Entre
la sonrisilla que dejaba escapar había temor, lo reconozco. Tenía
temor por mi y por Jake, el cual estaba con la boca abierta y con
instintos de salir corriendo.
-Así que esa era tu manera de hacerme
la comida hoy. - Se acercó ami, ya en el suelo. - Me has envenenado
con algo. Siento terribles ganas de ir al baño todo el rato.
Estaba aguantándome la risa mientras
veía a Vegeta colorado como un tomate, avergonzado y rabioso.
-No he hecho nada, simplemente te hice
de comer, como tu siempre ordenas.
-¿Qué le has hecho a mi cámara? - No
había manera de entrenar, y estaba la temperatura como si fuera el
mismísimo infierno. Has tenido que ser tu, maldita humana vengativa.
-Yo no tengo la culpa de que no seas lo
bastante fuerte para soportar lo que tu pones.
Rápidamente me di cuenta que eso me lo
tenía que haber callado. En los ojos de Vegeta había mucha ira y
antes de poder disculparme o decir palabra alguna vi como se acercó
a Jake y empezó a volar con él.
-¡Vegeta! Noooooo – Gritaba presa
del pánico. - Déjale, ¿qué estás haciendo? Déjale por favor. -
Suplicaba y suplicaba pero Vegeta no me hacía caso.
-Haré lo que quiera, pero por favor
déjale en paz el no tiene culpa de nada.
Aunque me hizo caso no me dio buena
espina, pues vio sonriendo y antes de llegar al suelo soltó a Jake y
este calló dándose un fuerte golpe.
Se puso en pie y salió corriendo de
allí mientras gritaba presa del pánico.
-¡¡¡Jake, Jake!!! - Le grité pero
él no se daba ni la vuelta, subió a su moto y se fue.
Antes de darle la cara a Vegeta sabía
que lo que me esperaba no iba a ser bueno, y encima para colmo había
perdido la oportunidad de tener algo con el chico que me gustaba...
para uno normal que encuentro va este mal nacido y me lo espanta.
Fin.
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