Flores de deseo + 18 - Epílogo [ItaKonan]

Epilogo



Hace rato que me desperté, con ella sobre mi durmiendo plácidamente. Por mas que la observo me pregunto como he podido llegar a sentir algo así por alguien, como he podido permitírmelo.
Le acaricio el pelo mientras expresa en su cara alegría, satisfacción y paz. Al contrario que la otra vez no reconozco ningún remordimiento.

Cierro los ojos oliendo su pelo y me siento en paz, tranquilo, calmado... me siento querido, algo que no merezco y se siente tan bien...
Ahora puedo aferrarme a ella, hacerla feliz lo poco que pueda y sin necesidad de explicar nada. No puedo contarle que me estoy muriendo, que todo lo que hice fue para proteger a mi aldea, a mi hermano... que por ello cargo con el peso de la muerte de los míos.
Huí como un criminal, a sabiendas que realmente lo era... ¿el fin justifica los medios? Danzó lo vería así... Cumplí la promesa a Shisui. Protegí la aldea y mantuve el honor de los Uchiha.... Ahora una enfermedad se está adueñando de mi vida, y sólo puedo engañar a la muerte con medicamentos y durante poco tiempo.
Quizás el destino o el Karma me esté dando lo que yo mismo me he buscado, sea por un bien mayor o no.

Tendré que enfrentarme a mi hermano, como si quisiera matarlo, haciendo que me siga despreciando, atemorizado, cuando lo único que quiero hacer es protegerle y entrenarle, llevarle por el buen camino y librarle de la maldad de algunos como Orochimaru.

Cargo mucho conmigo, pequeño Ángel, mucho mas de lo que imaginas. Sólo tu me concedes la paz que necesito y mientras estés conmigo podré disfrutar algo de la vida, al menos lo poco que me queda. Cuando todo esto pase no tendrás que seguir cargando remordimientos sobre lo que hicimos, pues yo ya no estaré. Gracias por estos momentos a tu lado y los que espero que vengan. Gracias, mi ángel, gracias Konan.

Lo único que te dejaré será la flor del deseo, esa flor de origami que dejaste en mi cama, con una nota de despedida dándote las gracias.
Te beso el cuello, te acaricio la cara y te remueves en mis brazos, donde una gran ternura y añoranza se apoderan de mi.



Siempre recordaré esto, allá donde vaya.

Comentarios