Capítulo
6
Sacrificio
La observo en mis brazos, bajo mi
cuerpo y completamente desnuda. Su cara colorada y agitada por el
momento de pasión que hemos tenido. ¿Qué he hecho? No he podido
contenerme, ¿qué me pasa con ella? Despierta en mi un deseo animal
que no logro entender. Aún estoy dentro de ella, mi miembro sigue
palpitando tras su función. La miro a los ojos cerrados y veo su
cara de ángel frente ami.... su precioso cuerpo tan delicado me está
volviendo a encender y de pensar en su intimidad y en lo estrecha que
estaba para mi no puedo evitar sentir como mi miembro vuelve a
endurecerse en su interior. Me quiero quitar estos pensamientos de la
cabeza, no quiero pensar en ninguna mujer ni en nadie mas que en mi,
no debo entretenerme con sentimentalismos, Konan es sólo sexo y
pasión, una manera de desfogarnos y desahogarnos el uno al otro.
Me intento apartar de ella y salir de
su cuerpo pero sus brazos me envuelven y me quedo sin respiración,
estático y sin saber como reaccionar. La observo y entiendo que está
dormida, quizás esté soñando con alguien que no quiere dejar ir.
Con cautela me levanto y me separo de su lado, me voy al baño y
enciendo la ducha. Apoyado en el lavabo me miro al espejo, observo mi
cara triste, mis ojeras de niño y mis ojos que poco a poco estan
perdiendo su luz. Miro a mi pecho, me agarro la parte del corazón
con una mano y con la otra abro el cajón del armarito de abajo. Veo
mis medicamentos para mi enfermedad, un mal que no tiene cura y sólo
tiene tratamiento durante un tiempo. Parte de mi siente consuelo al
saber que pronto se acabará mi sufrimiento, mis remordimientos y mi
tortura. "Sólo un poco más" me digo a mi mismo mientras
aprieto el frasco de pastillas en mi mano.
Empiezo a notar el vapor del agua
caliente en los cristales y me meto en la ducha. Mientras me enjabono
no paro de pensar en Konan, esa preciosa mujer que he poseido en mi
cama tras tanto deseo. La atracción sexual era insoportable, quizás
ahora que había conseguido estar dentro de ella se me iba la idea de
la cabeza y podía dedicarme a mis planes habituales. Escucho un
ruido que me saca de mis pensamientos y miro hacía la puerta, pero
no entra nadie. Continúo duchandome y cuando acabo me pongo una
toalla, me paso otra por el pelo para secarlo un poco y salgo del
baño. Konan no está, ese era el ruido que había escuchado antes,
se había ido. En la cama veo una flor de papel, me acerco hasta
ella, la cojo y aspiro su aroma. Huele a ella, a Konan. Siento un
escalofrío en mi entrepierna y me maldigo a mi mismo al ver que me
equivocaba al creer que podría olvidarme de esa mujer. No siento
amor por ella, sólo atracción física y deseo sexual. Me visto y me
pongo mi uniforme, miro el reloj y al ver la hora recuerdo que Pain
quería que preprasemos la misión. Hago una mueca de disgusto al
pensar que no tenemos nada pensado y que tendré que verla otra vez,
quizás ahora no quiera visitas y menos de mi, pero el trabajo no
puede esperar así que con desgana salgo de mi habitación en busca
de ella. Llamo a la puerta y espero que me invite a entrar. No
sucede, así que vuelvo a llamar y al ver que no me abren giro el
pomo y entro yo. Veo su ropa en la cama...la misma que momentos antes
había estado en la mía. Escucho el sonido del agua de la ducha caer
y no puedo evitar sentir curiosidad y acercarme hasta la puerta. Pego
la oreja en la madera y escucho a Konan llorar. Se me eriza la piel
de pensar en la absurda idea de que sus lágrimas sean por mi culpa.
No he querido hacerle daño, ella me insistía en que siguiera, se
que ha disfrutado pero no puedo evitar sentir una punzada de
decepción y rabia al saber que está llorando y que posiblemente sea
por mi culpa. ¡Maldita sea! Siento el impulso de golpear la puerta y
echarla a bajo pero me detengo y me marcho. Esperaré a que salga y
se vista para hablar con ella.
Me quedo en el pasillo echado en la
pared con los ojos cerrados y la cabeza hacía arriba. Continúo
dando vueltas al vínculo que me une a Konan y lo que eso puede
suponer. Me aterra la idea de unirme sentimentalmente a alguien y
tampoco me atraen las historias de amor. Mi prioridad es Sasuke. ¿Qué
me está pasando? ¿Desde cuando yo puedo permitir tener sentimientos
por alguien que no sea mi hermano? Esta mujer ha despertado en mi un
deseo sexual que tenía muy reprimido y no puedo evitar la atracción.
Besarla me ha avivado una llama que creía apagada, por eso rechacé
ese beso prohíbido. Sólo sexo, atracción, placer y deseo, nada de
amor ni sentimientos.
Escucho un ruido dentro del dormitorio
y se que ha salido del baño, espero un poco para llamar a la puerta
y entrar. Doy un par de golpes secos y espero su respuesta,
inmediatamente la voz de Konan inunda mis oídos.
-Adelante. - Dice mientras se anuda una
toalla en el pecho. - ¿Qué haces aquí?
-Konan tenemos que hablar de la misión.
- Maldita sea, verla así no me va a ayudar. - Antes no la
preparamos.
La observo y siento como sus nervios
recorren su cuerpo apesar de querer aparentar tranquilidad ante mi.
Me muestro inexpresivo, como mejor se me da hacerlo, y continúo a su
lado sin mostrar ningún interés en ella. La noto tensa, torpe, sin
saber muy bien como comportarse. No abre la boca, no me mira y apenas
parece respirar. Entonces cierro los ojos, respiro hondo y me cruzo
de brazos.
-Konan, tú dirás que hacemos mañana.
- Me pongo frente a ella y le miro. - ¿Por qué llorabas?
Antes de darse cuenta ya estaba bajo mi
genjutsu. Ahora bajo sus ojos naranjas puedo ver la realidad,
comprender el por qué de su llanto y si era culpa mía. No entendía
la razón, pero me preocupaba saber el origen de sus lágrimas y su
dolor. ¿Acaso el mío le importaba a alguien? No podía hablar de
el. No podía demostrar sentimientos, ni mostrar debilidad, no podía
contar la verdad que cargo en los hombros desde hace años, los
motivos que me llevaron a asesinar a mi familia. Pero no importaba,
había aprendido a vivir con esa carga y fingir ser alguien que no
era. Volví mi atención a Konan, hipnotizada frente a mis ojos podía
hacer con ella lo que quisiera.
Estoy viendo sus pezones duros y tensos
bajo la toalla, me siento tentado de arrancársela y dejarla desnuda
en mis brazos, otra vez, pero deshecho esa idea de la cabeza y me
centro en mi propósito.
-Konan. ¿Por qué llorabas? - Pregunto
suavemente sin alterarme lo mas mínimo.
-Yahiko...-Susurró dejándome helado.
- he traicionado a Yahiko, contigo.
Sus ojos empezaron a derramar lágrimas
sin parar, me sentía impotente sin poder hacer nada, sin querer
consolarla. Una idea se me pasó por la cabeza al mirarla nuevamente
a los ojos, borrarle los recuerdos que tenía de nuestro encuentro.
Esa posibilidad me azotaba el alma, saber que ella no podrá recordar
que fue mía por un momento me atormenta, asomando en mi cabeza la
palabra violación. Había sido consentido totalmente, placentero y
con mucho deseo pero ella no lo recordaría y yo si, sería una carga
mas a tener encmia a partir de ahora. Konan no merecía sufrir, ella
no merecía ese dolor que estaba pasando. Se lo que es que alguien
que amas se sienta traicionado por ti, se el sentimiento de culpa lo
doloroso que es y si estaba en mi mano no quería que Konan lo
experimentara por mi culpa. Cargaría con este nuevo problema.
-Konan, no has traicionado a Yahiko,
nunca has estado conmigo. Eres de él y de nadie mas.
Las lágrimas de Konan cesaron en el
momento y pude ver en sus ojos la tranquilidad y la paz que le había
proporcionado. Cerré los ojos y con un nudo en la garganta que me
impedía hablar salí de su mente. Había limpiado su memoria a costa
de ensuciar mas la mia. Mi atracción por ella no se había esfumado,
sin embargo Konan no iba a tener en cuenta nada de nuestro vínculo
sexual y eso me decepcionaba.
-Konan. - Aclaré mi voz. - ¿Qué
hacemos para la misión de mañana?
Tras unos 30 minutos en los que
planeamos nuestra misión, me fui de la habitación, dejando a Konan
mas tranquila y como si nuestro encuentro no hubiera tenido lugar
aquella tarde.
En mi cama no dejo de pensar en los
últimos acontecimientos y en los cambios de actitud que he tenido.
Apenas soy de hablar, sin embargo con ella he sentido la necesidad de
decir su nombre, de comunicarme, de relacionarme de una manera sexual
que nunca imaginé. Quizás por eso esto sea lo mejor, cortar todo
vínculo con ella y olvidarme de la atracción que sentimos el uno
por el otro. Cierro los ojos intentando evadirme de mis tormentos, de
mi pasado, de mis sufrimientos por mi pequeño hermano e intento
dormir con todo el peso que cae en mis hombros.
Está amaneciendo y ya puedo ver la
suave luz que empieza a entrar por la ventana. Todo está silencioso
como es habitual allí, nadie viene a avisarme ni me encuentro con
nadie de camino a la sala de reuniones.
Cuando entro allí está ella, con su
blanca flor en el pelo, su capa de Akatsuki y sus ojos penetrantes
naranjas. Al lado de Pain, como siempre, presencia la reunión de
los miembros para los últimos encargos de la mañana.
Siento como sus ojos se clavan en mi
pero no quiero cruzarme con su mirada. Ella no recuerda nada de lo
que pasó entre nosotros por lo que debo utilizar eso a mi favor. No
quiero tener que relacionarme con ella, no quiero volver a sentirme
tan estúpido como anoche, tan débil y tan inútil. Pain nos está
observando a ambos, empiezo a sospechar que sabe algo de nuestros
encuentros o al menos lo sospecha por que no nos quita el ojo de
encima a ninguno de los dos, es más, a Konan la tiene cogida por la
cintura de manera posesiva mientras me clava los ojos en los mios
retándome. Por inercia activo mi Sharingan y la cara de sorpresa de
Pain me hace darme cuenta de mi error, vuelvo mis ojos a la
normalidad y agacho la cabeza mostrando sumisión. Todo lo que hago,
mi actuación, mis sentimientos, mis apariencias... son un sacrificio
necesario.
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